«Memorias de la Guerra» es un proyecto que busca grabar las voces de las victimas de la guerra y dejarlas para la posteridad. No apoyamos ningun grupo u organizacion en particular ni formamos parte de proselitismos ideologicos.

Por favor al escuchar las entrevistas tome en cuenta lo siguiente:

  • El contenido de las entrevistas se ha dejado de tal forma que se respeta por completo la ideologia y pensamiento de la persona entrevistada. Pueden existir algunas expresiones que no son adecuadas en la actualidad, pero se han mantenido sin correccion ni edicion.
  • El contenido de las entrevistas se basa en los recuerdos y conocimientos de las personas entrevistadas, por lo que puede haber situaciones no muy claras o no muy exactas.

Memoria 1 Shigeko Sasamori

10 años después de haber sido víctima de la radiación por la bomba atómica, viajó a los Estados Unidos para ser operada. Hoy nos habla sobre su experiencia en Hiroshima, con un profundo deseo por la Paz.

shigeko-sasamori Shigeko Sasamori

Nacida el 16 de junio de 1932 en Hiroshima.
Actualmente reside en California, Estados Unidos

El 6 de agosto de 1945 tenía tan sólo 13 años, cuando fue víctima de la radiación causada por la caída de la bomba atómica en Hiroshima. Shigeko recuerda claramente haber visto un avión plateado brillando en el cielo azul, dejando caer un objeto blanco. Después de haber sido gravemente herida, pudo recuperarse gracias a los cuidados intensivos de sus padres.
10 años después de la caída de la bomba atómica, fue a los Estados Unidos para ser operada de sus lesiones por quemaduras. Tiempo después, el reportero estadounidense Norman Cousins la adoptó como su hija. «Son los designios de Dios.» Dice Shigeko, quien considera que todo lo que ha vivido es voluntad de Dios y nos comparte su experiencia y su sentir sobre la paz.

Vi algo blanco cayendo de un avión plateado….

──Señora Shigeko, usted nació en Hiroshima. ¿Qué estaba haciendo y dónde estaba el 6 de agosto de 1945?

Tenía 13 años y estudiaba el primer año de la secundaria. Para ese entonces ya había fallecido mucha gente en Tokyo y Osaka por los incendios ocasionados por diversos ataques de bombas de fuego. En Hiroshima también volaban los aviones B29 con mucha frecuencia, pero nunca habían caído bombas ahí, por lo que ya nos habíamos acostumbrado a ver los aviones B29 volando en el cielo.
En esos días, se destruían los edificios intencionalmente para liberar espacio y facilitar la evacuación en caso de algún ataque. Los hombres jóvenes fueron enviados como soldados, así que la gente mayor y las mujeres eran quienes lo hacían. Los estudiantes de secundaria ayudábamos a retirar los escombros.
Ese día, nuestra escuela comenzaba a realizar esa labor. Nos reunimos a las 8 de la mañana y estábamos a punto de iniciar nuestro trabajo, cuando escuché el ruido de un avión y miré hacia arriba. Era un cielo completamente azul, muy hermoso y sin una sola nube.
El avión brillaba dejando una línea de nube. Le dije a una de mis compañeras «Mira, es hermoso» y en ese momento algo blanco cayó del avión. Después me dijeron que era un paracaídas que sostenía la bomba atómica. Hubo una fuerte explosión y caí al suelo.
Yo estaba en la ciudad de Hiratsuka, aproximadamente a 1.5km del centro de donde cayó la bomba.

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──En ese momento, no se dio cuenta de que era una bomba, ¿o sí? Supongo que ni siquiera tuvo miedo o sintió dolor.

Sí, los que estuvieron en el centro de la explosión se quemaron en un instante, por lo que supongo que nadie de ellos tuvo miedo ni sintió dolor. Mi hermana mayor dice que pensó que el sol había caído en la tierra. Ella y sus compañeras de la escuela estaban ayudando a los soldados en una fábrica de la ciudad de Kaida. Escucharon un gran ruido y desde donde ellas estaban, vieron una gran bola de fuego que parecía hundirse en la ciudad.

 

──Normalmente nos imaginamos lo que se conoce como “nube de hongo»…

Yo pienso que la “nube de hongo” apareció al final. Yo caí antes de que apareciera la bola de fuego, y creo que la nube apareció después de esa bola de fuego. También había gente que decía que vio una columna roja de fuego antes de que apareciera la nube.
Me desmayé por mucho tiempo. Cuando recuperé el conocimiento, observé a mi alrededor y todo era negro. No se veía obscuro, sino que realmente se veía todo negro. Me había quemado terriblemente, pero no sentía dolor. Estuve por un rato sentada en la oscuridad, cuando poco a poco el entorno se empezó a aclarar y pensé que una bomba había caído muy cerca.
«Si llega a caer una bomba, sigan a un adulto.» Eso es lo que nos habían dicho, así que traté de seguir a los adultos que pasaban por ahí. Había mucha gente herida, su piel se había transformado con las quemaduras y gente con piel rosa caminaba hacia el río. Había mucha gente en la ribera. Había tanta gente en el río, que ni siquiera se podía ver el agua. De repente, escuché el llanto de un bebé y empecé a oír el ruido de la gente alrededor. Hasta ese momento, me di cuenta de que mis oídos no habían estado oyendo nada. Ni siquiera me había percatado de que una cuarta parte de mi cuerpo estaba quemada.
Después de cruzar el río, fui a una escuela primaria, que fungía como albergue. Me senté bajo un gran árbol y parece que ahí me desmayé. No me di cuenta cuando me llevaron al auditorio de la escuela, donde estuve por 5 días. No podía abrir mis ojos y no estaba segura si era de día o de noche, sólo gritaba «Soy Shigeko Niimoto de Sendamachi Icchome. Por favor denme agua. Por favor avisen a mis padres.» Estaba cansada, pero lo intenté muchas veces esperando que alguien se percatara.
Después de todo, nadie me dio agua, pero eso fue bueno. Yo no sabía que a las personas con quemaduras graves no se les debía dar agua. Se dice que mucha gente quemada tomó agua y murió después del primer trago.
Todos los días mi madre trató de encontrarme llamando a gritos mi nombre. Si ella se enteraba de algún lugar donde trasladaban a la gente quemada, iba y me buscaba. Incluso se trasladó a otra isla a buscarme, pero no me encontraba y regresaba a casa.

 

Mi mamá me encontró quemada como un carbón.

3x9a5884Teníamos dos casas. La «casa de verano» estaba por la ribera, cerca del mercado de pescados.
Casualmente la casa quedó a la sombra del mercado, por lo que no se destruyó.
Estando dentro de esa casa, mi madre se cayó y cuando se levantó y salió se dio cuenta de que todas las casas alrededor estaban aplastadas.
Desde la «casa de verano» ella podía ver nuestra otra casa. Caminó hacia allá sobre los techos de las casas aplastadas. Dice que escuchaba muchas voces de los vecinos y quería ayudarlos. Pero por más que quitaba escombros no encontraba a nadie. Era muy difícil para ella saber de dónde venían las voces. En eso, empezaron los incendios por doquier y llegó un momento en que el fuego se dirigía hacia ella. «Lo lamento mucho, no los puedo encontrar…» y tuvo que retirarse del lugar sin poder salvar a ningún vecino.
Mi padre estaba fuera. Un día antes fue a pescar y se dirigía con los vecinos para compartir lo que pescó. Él también vio algo blanco cayendo del avión plateado. «¡Es una bomba! ¡Huyan!» Les gritó a los adultos mayores y corrió hacia un refrigerador de cemento que había en el mercado de pescados. Después de la explosión, salió del refrigerador y vio a todos los vecinos sentados tal como estaban, pero ahora con su piel gravemente quemada.
Si mi padre se hubiera tardado un segundo en esconderse, se hubiera quemado también. Gracias a que mis padres estaban a salvo y que nuestra casa estaba en un lugar seguro, pude recuperarme. No había medicina y los hospitales estaban llenos, por lo que mis padres me curaron con aceite para cocinar.

 

── Esa fue una experiencia inverosímil.

Sí, fue una experiencia difícil de imaginar. Mi madre nunca me dijo lo que me pasó hasta que crecí lo suficiente para entender la situación. Es por ello que puedo hablar de eso ahora.

El albergue donde yo me encontraba estaba completamente oscuro. Dice mi madre que llevaba una vela y gritaba mi nombre «Shigeko, Shigeko…» caminando alrededor del refugio. En eso, dice mi madre que escuchó una voz muy débil que respondió «Estoy aquí…». Volteó hacia la voz, pero no podía reconocerme en un principio, pues yo parecía un pedazo de carbón. Mi cara estaba tan hinchada y negra que ella no podía ver claramente mis ojos y nariz. Mi cabello estaba quemado, pero gracias al fleco que llevaba, parte de mi cara, mi frente y oídos no se quemaron. Mi padre peló mi piel que estaba quemada. Mi madre limpiaba mi cara con telas y aceite para cocinar, tratando de abrir mis ojos, nariz y boca. Salía pus de mi rostro y era difícil de detenerlo. Mis padres me limpiaban y me cuidaban día y noche sin alejarse de mí.

 

──¿Cuánto tiempo pasó para que pudiera abrir los ojos y pudiera empezar a comer?

No puedo recordarlo muy bien. Creo que fue antes del cambio al nuevo Yen (el 16 de febrero de 1946 hubo un cambio de denominación monetaria como medida anti inflacionaria). Recuerdo que mientras yo estaba acostada recuperándome, escuché una conversación de mi madre con una de sus compañeras. «Qué gran fortuna que encontraste a Shigeko. Mi hija estaba bajo los escombros y no pude hacer nada para sacarla de ahí. El fuego se dirigía hacia nosotros y mi hija me decía «Por favor vete mamá. Si te quedas aquí, qué será de mis hermanos menores sin ti.» Tuvo que decirle adiós a su hija en vida. Seguramente que fue una decisión muy difícil para ella.
Escuché muchas noticias acerca del pueblo de Hiroshima. Había muchos cadáveres por todos lados y los soldados únicamente los recogían como basura para llevarlos a ser incinerados. Los cuerpos estaban llenos de gusanos y moscas.

 

──¿Cómo se sentía cuando escuchaba ese tipo de noticias?

Estábamos en guerra, por lo que sabía que mucha gente moriría. Al principio, pensé que habían caído muchas bombas en Hiroshima. Pero sólo fue una enorme bomba. Nadie sabía que había una bomba tan grande y siempre teníamos miedo de que pudiera haber otra.
No escuché la radio cuando el Emperador anunció que la guerra terminó, pero escuché las conversaciones de mi familia y vecinos. Japón perdió la guerra. En realidad creo que desde antes de que acabara la guerra, ya se sentía que Japón perdería, pues no teníamos qué comer y teníamos que dar todas nuestras pertenencias al ejército.

 

──¿Cómo miraban al gobierno y al ejército en ese entonces?

En ese tiempo, el Emperador era Dios para nosotros. Nos habían enseñado que no debíamos verlo directamente a los ojos porque era el mismísimo Dios. Yo estaba muy contenta de que la guerra terminara. Después del fin de la guerra, algunos países nos enviaron ropa y comida y nos ayudaron para la reconstrucción de las ciudades.
Entonces empecé a pensar que si no fuera por la guerra, todos podríamos haber sido amigos y podríamos haber sido muy felices. Conforme pasó el tiempo, fui tomando conciencia de lo cruel que fue la guerra. Es por esto que siempre hablo de la guerra cuando alguien quiere saber al respecto.
He escuchado que hay una propuesta para modificar la constitución japonesa (para que Japón cuente con un ejército). Me sorprende y no dejo de preguntar por qué. Espero que dicha modificación no ocasione que ocurra una guerra.

 

Las plantas nucleares y la dignidad de los japoneses

──Durante esta entrevista, me he dado cuenta de que es terrible no saber nada de la guerra.

Es difícil imaginarse y entender realmente las cosas que pasaron antes de que naciéramos.
Por ejemplo, yo he visto películas acerca de la restauración de Meiji o del gran terremoto de Kanto y conozco la historia de lo que pasó, pero aun así no tengo clara la magnitud de dichos acontecimientos porque no lo viví.
El otro día, tuve una conversación con gente joven acerca de las plantas de energía nuclear. Discutimos acerca de si Japón debería continuar teniendo plantas de energía nuclear o si debería eliminarlas. Un joven dijo que no estaba seguro cuál debería ser la mejor respuesta para nosotros.
Entonces le dije a ese joven: “Sé cómo te sientes. Incluso después de que has escuchado mi experiencia de la guerra, es difícil que realmente entiendas cómo fue, pues todo eso pasó antes de que nacieras. Pero por favor piensa en el futuro. Estudia con seriedad la situación actual y forma un criterio bien fundado.”
Yo no estoy de acuerdo con que se tengan plantas de energía nuclear. Debido a la radiación, mucha gente ha sufrido de cáncer y ha muerto.
Mi padre y mi madre murieron por la radiación. No se quemaron, pero sufrieron las consecuencias de la radiación. Podemos generar energía eléctrica, sin necesidad de usar la fuerza atómica.
Creo que no necesitaríamos ningún reactor nuclear si los científicos japoneses pusieran más empeño en sus estudios e investigaciones para aprovechar nuevas fuentes de energía.
Un científico dijo una vez que «lo ideal sería eliminar las plantas de energía nuclear, pero no es necesario hacerlo, pues con la tecnología de hoy podemos construir plantas de energía nuclear verdaderamente resistentes y duraderas.»
Entonces le pregunté: «¿Por qué no han podido reparar el reactor nuclear en la prefectura de Fukushima? ¿Usted puede hacer algo para detener la radiación que se ha estado escapando?» Él contestó: «Yo me especializo en construir reactores, pero no en repararlos».
Creo que lo más urgente es dejar de tener reactores nucleares.
La popularidad de Japón ha disminuido recientemente en el mundo. He visto estadísticas en ese sentido y yo misma lo siento así.
Si queremos que Japón sea respetado como antes, debemos declarar: “Nunca iniciar una guerra. Nunca poseer una sola arma nuclear. Cerrar todas las plantas de energía nuclear”. Es lo que debemos decirle al mundo. No podemos cerrar las plantas de energía nuclear ni hoy ni mañana, pero podemos hacerlo poco a poco.

 

──Desde su punto de vista, ¿cómo cree que ha cambiado la gente japonesa?

Creo que la educación de los japoneses ha caído. Hace mucho tiempo, los norteamericanos estaban contentos en aceptar estudiantes japoneses en sus casas. Los japoneses eran educados, amables y mantenían sus habitaciones limpias. Pero ahora, dicen que los estudiantes japoneses son ruidosos y desordenados. Por supuesto que no se puede generalizar, pero la mayoría de la gente tiene muy mala impresión de los japoneses.

 

Fui a Los Estados Unidos a que me operaran. Me convertí en una enfermera.

──Señora Shigeko, ¿cuándo fue a los Estados Unidos a que la operaran para curar sus cicatrices por quemaduras?

Pasaron 10 años después de que fui expuesta a la radiación en la explosión de la bomba atómica. Tenía 23 años. Estuve un año en los Estados Unidos.

──Se reunieron donativos en los Estados Unidos y 25 personas viajaron desde Japón, ¿cierto? ¿No fue difícil para usted ir al país que lanzó la bomba atómica?

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En ese entonces, yo participaba en un grupo de estudio de la biblia con el señor Tanimoto de nuestra iglesia. Creo que el señor Tanimoto le habló al señor Norman Cousins de nosotros para que nos ayudara a curar nuestras cicatrices. El señor Norman era un reportero de los Estados Unidos que inició un proyecto de recolección de donativos para curar a mujeres quemadas por la bomba atómica (el Sr. Norman después adoptó a la Sra. Shigeko como su hija).
Le tomó 2 años juntar el dinero suficiente. Un día el pastor de la iglesia nos instó a ir al hospital. El señor Norman, un doctor y una enfermera estaban ahí y tuve una consulta.
Para viajar a los Estados Unidos, se tenían que reunir varias condiciones como tener la fortaleza suficiente para tomar el vuelo y que se tratara de quemaduras recuperables por medio de cirugías. Nunca imaginé que me elegirían, toda vez que ya había recibido muchas cirugías en el Hospital de la Universidad de Tokyo. No tenía idea qué era ir a los Estados Unidos. No esperaba nada en realidad.
Pero me escogieron para ir a los Estados Unidos. Pienso que es la providencia de Dios.
¿Por qué recibí graves quemaduras en la guerra? Creo que es para demostrar la existencia de Dios. Dios no pudo decirle a los hombres que pararan la guerra, pero nos dejó la experiencia del sufrimiento y consecuencias de la bomba atómica. No debemos tener guerras, Dios quiere que vivamos en paz y que seamos felices. Cuando ves las cicatrices en mi cuerpo puedes sentir y entender más que con palabras. Había muchas razones para ir a los Estados Unidos y eso también fue la providencia de Dios. Toda mi vida es en sí la providencia de Dios.

 

──¿Qué le hizo empezar a pensar de esa manera?

Mi familia creía en el Budismo. Yo siempre seguí a mi abuela y la acompañaba al templo budista. Después de la bomba, cuando empecé a recuperarme y caminaba por el vecindario una vez escuché una música hermosa y me acerqué. Era una iglesia católica y había gente cantando.
Me invitaron a pasar. Escuché las palabras del pastor. No pude entender pero me sentí muy cómoda, por lo que empecé a visitar la iglesia cada domingo.
El señor Tanimoto me preguntó si había más niñas lastimadas como yo, por lo que invité a la iglesia a todas las compañeras de la escuela que fueron heridas. Y fue así que hicimos nuestro grupo de estudio de la biblia una vez por semana. Yo quería ser enfermera desde que era pequeña, y cada vez que visitaba en Hospital de la Universidad de Tokyo, mis anhelos eran mayores. Después de la cirugía en los Estados Unidos, cuando faltaba poco para regresar a Japón me preguntaron sobre mi futuro y contesté que quería estudiar para enfermera. Para mi sorpresa me sugirieron que me quedara a estudiar en los Estados Unidos. No era fácil tomar la decisión, por lo que consulté a mis padres y la respuesta de mi padre fue: «No estaré contigo para siempre, así que decide tu destino por ti misma». Decidí viajar a los Estados Unidos de nuevo, sólo porque quería ver a mis amigos y disfrutar un tiempo ahí. El señor Norman me ayudó en todo y pude estudiar gracias a que me adoptó.

 

──Para finalizar, ¿Puede dar un mensaje para nuestros lectores?

Creo que lo importante es mantener nuestro corazón con amor y consideración. Así, surgirá el deseo por la Paz de una manera natural. No hay nada más valioso que la vida misma.
Estoy muy contenta y agradecida de que me entrevisten y de que mis historias se graben. Creo que esto es mi destino.
Dios nos está guiando. Yo puedo hablar y contar las historias. Pero no puedo producirlas para los radioescuchas de internet. Señor Hayakawa, usted puede hacerlo. Dios nos ha puesto en nuestros caminos mutuamente para que juntos dejemos grabadas estas historias para el futuro. Esto también es amor.
Por favor cuídense. Valoremos nuestras vidas y sigamos avanzando.

(Entrevista / Yohei Hayakawa. Texto en japonés / Akiko Ogawa. Traducción al español / Cintia Galindo y Mitsuko Endo. Fotografía / Toyohiko Kawai)

* Nota: La entrevista oral fue editada por el Sr. Hajime Nakagawa, socio de edición y productor de audio de la Compañía Kiqtas. El texto en japonés fue organizado por la escritora Akiko Ogawa. Agradecemos el gran apoyo recibido.